Ella soñaba poca cosa.
Soñaba y esperaba ser un día.
El sueño de un hombre soñador.
Ser lo más grande y hermoso de su vida.
Ella soñaba habitar su corazón.
Revolotear en su mente.
Aún en la más larga distancia.
Ella soñaba poca cosa, solo.
Ser la mujer a la que él amara.
Que feliz sería, se decía en su casa solitaria.
Si un hombre de rostro amable.
Y limpio corazón me soñara.
Sería mi soledad así más linda, más amada.
Si yo pudiera llamar a puerta de aquel hombre.
Aquel de rostro moreno y esquiva mirada.
Aquel elegante y discreto caballero.
Que entre todos los demás se distingue.
Porque me vi, reflejada en su mirada.
María Hoyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario